Cuentos Ilustrados
Claudio Aravena Gatica, jurado de cuentos ilustrados, concurso Primera infancia, ChCC 2016.
En mi calidad de jurado de la categoría Cuentos Ilustrados, puedo asegurar que las nueve obras premiadas reflejan una buena parte del Chile actual: historias en donde se cruzan el respeto por la diversidad, las tradiciones de nuestros pueblos indígenas, los desafíos de la migración y el cuidado por el medioambiente.
Estas nueve obras llamaron nuestra atención, dentro de un vasto universo de más de 700 cuentos, que en diversos formatos llegaron desde todos los rincones del país. Fueron sesiones individuales y grupales de largo aliento, en las que nuestros distintos criterios temáticos y miradas estéticas se vieron confrontados. Porque el desafío no era fácil, porque ¿cómo se distingue, entre esta marea, los libros de calidad? ¿Qué deben leer nuestros niños y niñas en los centros de salud, en sus jardines infantiles, en sus casas con sus familias?
La selección galardonada en este concurso construye un abanico de obras locales, escritas e ilustradas por artistas nacionales, y en donde el lector puede —por ejemplo— reflejarse en los colores cordilleranos de “Hijos de los Andes”, de Matías García Apsé; vivir las desventuras del quiltro “Orejita de plátano”, de Franco Arriagada; sentir la textura de la lana de “El gorro lila”, propuesta de Florencia Campos Correa; disfrutar de las risas con “Boca sucia”, de Sergio Pavez y Diego Cabrera o dejarse maravillar por el ingenio matemático en “Un, dos, tres, te pillé”, de los hermanos Claudio y Paty Aguilera.
Este conjunto no subestima al lector. Al contrario, lo invita a descubrir un Chile diverso a través de las ilustraciones y las historias. En algunos cuentos el lenguaje puede ser claro y directo; en otros, poético y sutil como en la propuesta de “La gran aventura del señor Ciervo y las mariposas del señor León”, de Fernando Vera y Nicolás Reyes; también las palabras pueden ser musicales y juguetonas como en “Cosas que parecen otras cosas”, colorida propuesta del ilustrador Patricio Otniel; en la mayoría, las imágenes son trabajadas en relación en el texto, pero también en contraposición con él, creando siempre un camino al lector para descubrir, para maravillarse… una invitación para entender su contexto, como el libro de Francisca Luco, “Casi como hermanas”, quien nos muestra la vida de Pamela, una niña inmigrante en sus primeros día de clases; o qué mejor que disfrutar de las historias de nuestro pueblo mapuche, en el viaje onírico propuesto por Karina Cocq, en su “Ayelén y los frutos mágicos”.
Celebro este concurso, no solo porque democratiza el acceso a buenos cuentos: más y mejores libros llegando a diversos rincones de Chile; también porque es una posibilidad clara para que los autores puedan seguir creando y viviendo de su trabajo. Y por último, porque amplía la mirada del desarrollo social, el que a mi juicio, va directamente unido con el desarrollo cultural y con las posibilidades que tienen nuestros niños y niñas de acceder a él, rompiendo las barreras que impone la desigualdad tan brutal que se vive en Chile.
Espero por eso que las nuevas autoridades continúen y hagan crecer este concurso. Que por diversas vías los libros y las lecturas nos ayuden a construir un país mejor, más justo, en donde todos tengamos cabida.
Ganadores:
La gran aventura del señor Ciervo